viernes, 19 de diciembre de 2014

Awards: Liebster Award

¡Hermoso diseño!

¿Cómo han estado? ¿Estresadas con todo este del Año Nuevo y Navidad como yo? ¿Apretándose las neuronas para saber qué regalarle a esos suertudos seres queridos que merecen regalo? ¿Mirando su billetera vacía? No se preocupen, no están solas en ésto. Por más que me guste fin de año y me llene de emoción por la oportunidad de comenzar los 365 días de nuevo, también me pone un poco lenta y enojona. Es por eso que hoy vengo con una entrada diferente, sí: mi primer award. Mariana de Cute and Bittersweet me ha nominado, así que muchísimas gracias a ella. Empezemos.

Bases.
  1. Agradecer al blog que te ha nominado y seguirlo.
  2. Visitar a los otros blogs que fueron nominados junto al tuyo.
  3. Responder a las 10 preguntas que te han hecho.
  4. Nominar a 10 blogs que tengan menos de 200 seguidores.
  5. Avisarles que han sido nominados.
  6. Realizar 10 preguntas a los blogs que has nominado.
¿Cómo conociste Blogger?
Bueno, hace mucho, mucho tiempo, cuando aún era tierna e inocente, a una amiga y a mí se nos ocurrió la maravillosa y original idea de hacer un blog para chicas, sin saber, claramente, de todo el mundo Blogger. Para nosotras era el primer blog creado en la historia del Universo. Cuento corto, ella encontró esta plataforma, y el blog nunca se llevó a cabo, pero la idea siempre rondando en mi cabeza.

¿Qué clase de entradas son las más difíciles de escribir un tu blog?
Hm... creo que las de "Órbita Semanal", ya que a veces no me acuerdo muy bien de las cosas que hice durante la semana, o me faltan, o me sobran, o es Lunes y no tengo motivación para respirar, mucho menos para escribir. Hasta ahora lo he llevado bastante bien así que esperemos que siga así.

¿Hay algo que no te guste de tu plantilla?
Sí, eso de que los tags van creciendo de tamaño conforme vas escribiendo más cosas sobre ello, pero la verdad no sé como arreglarlo y no estoy de ánimos para pasar media noche en Google intentando leer las instrucciones en Sueco sobre cómo cambiarlo. (Aparte, quizás solo a mí me molesta)

¿Cuál es tu pasatiempo favorito?
Escribir, claramente, aunque lo hago intermitentemente y siempre de cosas diferentes. Nunca he podido terminar una novela, lo cuál es triste. También el Teatro, que es mi pasión, ir de shopping, salir con amigas, comer y dormir: me da lo mismo que no sean pasatiempos, para mí son un ritual sagrado que debería llevarse a cabo todos los días. 

¿De qué tipo de entradas hay más en tu blog?
Orbitazul aún es un proyecto pequeñito que da sus primeros pasos, por lo que no podría darte categorías definidas de lo que encontrarás aquí, pero sí hay: reviews de cine, libros, compras, pequeñas cositas de mi semana y de mi vida, música, esmaltes, entre otras cosas. Espero poder agregar algo nuevo cada día para que mis lectoras/es encuentren en mi blog un escape.

¿A qué edad empezaste a publicar?
Bueno, hace diecinueve días aún tenía dieciocho años de edad, por lo que a los dieciocho. Si a alguna le interesa, cumplo los diecinueve el próximo 19 de Mayo, y me gusta mucho el sushi. Mucho.

¿Tienes miedo de que algún amigo/familiar lea tus entradas alguna vez?
Ahora que me lo planteas... sí. Pero no mis mejores amigas, porque con ellas no tengo secretos, por algo son como mis hermanas. Ahora, mis padres, mis tíos, primos, ex, conocidos: que miedo. Imagínense con qué ojos me verían si supieran que vengo a escribir sobre mi nuevo sostén push-up a una red social. Pensándolo bien, quizás solo reirían.

¿De qué te gustaría escribir próximamente?
Moda, las compras navideñas que tengo que hacer, películas, series, pasatiempos: cualquier cosa sobre lo que se puede escribir en vacaciones de verano. No tengo ni la más mínima intención de mencionar la Universidad, el colegio o las responsabilidades. No, gracias.

Ya que por éstas ando... ¿Nos afiliamos?
¡Claro! Aunque no sé muy bien cómo hacerlo.

¿En qué te inspiraste para hacer tu última entrada? 
Cosas que me habían pasado en la semana. Tuve que hacer un recuento mental e ir día por día, lo cuál igual es entretenido, porque sino se siente como dar por sentado todo lo que tuviste la oportunidad de disfrutar y vivir. Ah, me puse mamona.

Preguntas. Como son menos nominados, hago menos preguntas.
¿Cuál es la historia del nombre de tu blog?
¿Algún post del que te arrepientas?
Si pudieras empezar todo de nuevo, o hacerle un "make over" a tu blog, ¿lo harías?
¿Cuál es tu tipo favorito de post?
¿Algo que te gustaría decirle a aquellos que siguen tu blog?

Nominados.
Camila de Juste Ma Vie.
Majin Boo de Spinelovska.
Cata de Cata Martínez.
Barman de Coffee and Cigarette.
Cher de Glowcher (por segunda vez).

¡Espero lo hagan y les guste!

lunes, 15 de diciembre de 2014

Órbita Semanal: #2


¡Hey! Hoy vuelvo con otra Órbita Semanal, y creo que terminaré haciéndolas los Lunes definitivamente, porque los Domingos siento que no tengo ánimo para dominar el mundo, mucho menos para comenzar a hacer un repaso semanal; y créanme que me cuestan, si tuviera que ser un solo personaje solo basándonos en la memorias, definitivamente sería Dory. 

I. Sostén push-up.

Para mi graduación quería lucir fenomenal, así que no es sorpresa que me surgiera la maravillosa idea de comprarme un sostén push-up, que al menos intentara hacer notar mis, eh, "atributos", entendiéndose por ésto que el Universo no quiso darme demasiado con qué trabajar en esa área. Por estos días, una de mis aplicaciones en el iPhone me envió una notificación. Se llama izit, y se las recomiendo a las chilenas, ya que consiste en cupones de descuento y oportunidades. La aplicación en sí me regaló $5.000 en una de las multitiendas, Ripley, así que fui en busca de mi bendito sosténsalvavidas. Comprenderán que allí necesité ayuda de mi madre y la vendedora, pero me decanté por un sostén Leonisa, que costaba $10.000. Luego de usarlo, puedo decir que me encantó. Deja todo en su lugar y lo hace parecer mucho mejor. Además, los breteles son removibles, por lo que también funciona como strapless. Lo encontré para venta en internet, aquí, pero es muchísimo más barato en tiendas. 

II. Taylor Swift — Blank Space.

Hace muchísimo tiempo que dejé mi etapa Disney. Desde que los Jonas Brothers comenzaron a quitarse los anillos y Miley Cyrus le dio el adiós a Hannah Montana, creo. Pero, ay, esta canción... Es tan pegajosa, y el video tan chistoso, que debo decir me ha alegrado gran parte de la semana. Muchas saben que Taylor Swift ha recibido crítica tras crítica por el número de novios que ha tenido (cosa que no debería incumbirle a la prensa, pero ya saben como son los medios sensacionalistas), pero pocas como ella tomarían la oportunidad de soltar un single riéndose de su propia situación. Es como plasmar el hecho de que, en verdad, le importa menos que un comino la opinión de la prensa, ya que no está molestando a nadie, solo viviendo su vida. La he cantado en silencio, a gritos, la he escuchado en la casa, en la micro, en la calle, en la cama y me ha gustado todas las veces. Cada vez que me siento triste la pongo para alegrarme, ¡y funciona! Es más, la acabo de poner de nuevo. Manden ayuda.

III. Sinsajo, parte 1.

La trilogía de los Juegos del Hambre ha sido una de las que más me ha marcado en mi vida. Desde la complejidad de los personajes, la prescencia de la asexualidad, el romance como quinto plano, las revoluciones distópicas, hasta la prescencia de protagonistas con capacidades diferentes; todo eso ha hecho que me enamore de los libros. Por eso, cada vez que voy al cine a ver una de sus adaptaciones, voy con un miedo interior... miedo a que no logren capturar la escencia de los libros. Que es exactamente lo que la prensa ha hecho, prestándole más atención a un triángulo amoroso que a la verdadera idea central, portándose como la personificación del Capitolio. Bueno, dejando esto de lado, les recomiendo mil y una vez esta película: el mensaje está directo, han tomado cada detalle importante y lo han plasmado (aunque se saltaron algunas de mis frases favoritas) y, obviamente, las actuaciones son maravillosas. Vayan, que no se arrepentirán.

Espero que sea una semana maravillosa para ustedes.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Vida: Licenciatura y Fiesta

Dos colgantes para dos días diferentes.

Para los que leyeron la pasada Órbita Semanal, sabían que venía mi fiesta de graduación, pero no había dado mención alguna de mi licenciatura, que fue solo un día antes. Aquí voy a tratar de contarles con lujo de detalles como fueron las dos ocasiones, que sé que siempre guardaré en mi corazón. Ay, me puse mamona.

Primero: lloré en la licenciatura. Debo decirlo, no me averguenzo, y por suerte en ninguna de las fotos salgo con una cara de demacración total. Siempre estuve en el mismo colegio, desde los cuatro años, lo que significó catorce años en una sede que ahora me estaba despidiendo. Por favor, era imposible que no soltara al menos una lágrima. Me gané dos diplomas, uno por trayectoria y uno por promedio final. Quería ganarme el de Inglés pero ya fue, lo ganó mi mejor amiga y estoy muy feliz por ella. 

Lo que más recuerdo es haberme sentido inmensamente observada. Sabía que cada acción que llevaba a cabo iba a ser una futura foto, así que, cuando lloraba, lo hacía mirando hacia atrás. Que inteligente soy, eh. También, fui la primera en salir del escenario. Dije "ya, estoy bien, todo está bien, estamos controladas, ya pasó, todos lloran", hasta que llegué a los brazos de mi madrina y no pude hablar, solo sollozar. Abortar misión. Estaba toda mi familia junto a mis mejores amigos, y sentir sus aplausos cuando me nombraron para entregarme la licencia fue muy lindo. 

Y así, al día siguiente, llegamos a la fiesta de graduación. Donde ocurrió un hecho algo curioso, por decir lo menos. Déjenme darles algo de background information: Yo tuve una relación con un compañero de curso (si están pensando en hacerlo, por favor, abortar misión). Duramos tres años y diez meses, hasta que en Agosto, yo le dije que no más, por un simple capricho. A los cuatro días lo volví a buscar y ya nada fue lo mismo. La cosa es que seguíamos hablando intermitentemente, ustedes ya saben lo que significa eso, hasta este miércoles que me contó que estaba con alguien, mientras seguía hablando conmigo.

Bueno, siempre dijimos que íbamos a ir juntos a la fiesta de graduación. Por eso mismo, yo decidí invitar a mis dos mejores amigos. Pero, escuchen esto: él llegó con la otra. Y de la mano. Comprenderán que fallaron todos los sistemas de mi cuerpo. Debo decir que solté una lágrima, pero cuando mi mejor amiga me recordó lo caro que me había salido el maquillaje, decidí no llorar más. Y también, no mirarlo por lo que quedaba de la noche, porque ni mi mirada se merecía. Y eso hice.

¿Adivinen quién se pasó toda la noche mirándome mientras yo la pasaba tan bien que hasta tengo lagunas mentales? Exactamente, él. Pobre hombre, se ponía a bailar estratégicamente con esa chacabana para poder mirarme bailar con mis amigos y yo, siempre viva, le daba la espalda, porque me importaba más mirar la barra abierta de alcohol que su cara. Donde yo iba, él iba. Mis amigas me decían todo el rato "te está mirando, te está mirando". Y yo pensaba: que mire nomás, total, ya no puede tocar. Me ha hecho lo mismo ya dos veces, y siempre se arrepiente y vuelve a hablarme pero, esta vez, cuando lo haga, no responderé.

Bueno, dejando a los problemitas de lado, puedo decir que la pasé excelente en mi fiesta de graduación. Bailé muchísimo, tomé muchísimo (pero siempre responsablemente, eh; niños, no lo intenten en casa) y me reí muchísimo. Tener a mis papás y a mis mejores amigos ahí, conmigo, acompañándome en el final del camino como siempre soñé me hizo emocionar más de una vez durante la fiesta. Han pasado dos días y aún no recupero mi cuerpito del todo, creo que debería ir a Urgencias por dolores musculares por mucho bailar. Eso sí que es entregar la vida por tu educación.

Les dejo una foto de mi manicure, que estaba preciosa.

¿Cómo fue su fiesta de graduación? ¿Ya la tuvieron?

jueves, 11 de diciembre de 2014

Lectura: "La masacre de Virginia Tech", por Juan Gómez-Jurado


Por si no se han dado cuenta, últimamente me ha dado por tomar libros antiguos de mis estanterías, desempolvarlos, llevármelos conmigo en los viajes diarios y volver a leerlos. Ha pasado tanto tiempo con algunos que llego a olvidarme de cómo me hicieron sentir, y lo mejor es que todo vuelve a pasar. La lectura es como una droga, y todo aquel que te diga lo contrario es porque no ha leído lo suficiente o porque no ha encontrado su libro-almagemela. Cuando digo libro-almagemela, me refiero a aquél libro que nunca abandonarás, y que cuando te lo terminaste de leer por primera vez se sintió como si empezara un matrimonio.

Bueno, el libro que les traigo hoy no es de ficción, ni de romance, ni producto de la imaginación rumeante del autor. Se trata de hechos reales, y es muy lamentable. Estoy segura de que por aquí alguien más tiene una curiosidad morbosa (pero nunca enferma) sobre los tiroteos en masa, sobretodo aquellos que ocurren en lugares más publicos, como las Universidad. ¿Por qué pasó? ¿Quién lo hizo? ¿Qué lo llevo a hacerlo? ¿Era evitable? Todas esas son preguntas que cruzan con mi mente cada vez que veo alguna de estas crudas noticias; y la mayoría de ellas se vieron respondidas por este libro.

Para las que no saben, el 16 de Abril del 2007, ocurrió una de las matanzas más sangrientas dentro de una Universidad en la historia de Estados Unidos. Seung-Hui Cho, armado de dos pistolas, dio muerte a 32 personas, entre ellas profesores y alumnos. Luego, se suicidó en una de las salas. Sufría de múltiples trastornos a nivel mental y nunca tuvo la capacidad para adentrarse completamente a la sociedad, lo que le generó el nacimiento de un odio casi primitivo hacia todo aquel que no fuera él mismo. La Masacre de Virginia Tech tuvo como consecuencia una mejora sobre las leyes de armamento, ya que Cho consiguió sus armas legalmente, a pesar de haber sido diagnosticado con falencias mentales.

El mismo 2007, yo me encontraba en España. Como bien sabrán, España y Chile tienen diferentes precios sobre los mismo libros (aló, Gobierno, bajen el IVA, muchas gracias), por lo que aproveché. Ví este libro por casualidad y me lo compré, sin saber de nada de lo que había pasado hace solo unos meses. Fue una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, en el ámbito librístico. En los otros ámbitos dejo mucho que desear, ah...

Con narraciones personales de los distintos personajes que lograron sobrevivir a la masacre, muchos mapas sobre los lugares que frecuentó el asesino, información sobre las armas que usó, acciones detalladas minuto a minuto y un completo análisis psicológico al final, después de terminarlo me volqué enteramente a Internet, para poder investigar más sobre el tema. No es un libro fácil: varias veces tuve que parar la lectura porque pensaba que me pondría a llorar, no podía entender cómo lo que leía no era parte de una distopia, sino que pasó y sigue pasando aún. No tiene un final feliz, ni tampoco promete uno. Pero si quieren honorar a aquellas 32 personas, lean este libro, enójense ante la falta de justicia y, al final, comprendan que todos podemos ayudar a mejorar esta sociedad.

¿Han leído algo últimamente? ¿Qué me recomiendan?


lunes, 8 de diciembre de 2014

Órbita Semanal: #1


Hoy les traigo una nueva sección, Órbita Semanal, que se tratará de pequeñas cositas que me fueron gustando y alegrando durante la semana y quiero compartir con ustedes para que juntas seamos muy felices. La idea era subirlo el Domingo, pero luego de un fin de semana en Olmué haciendo absolutamente nada (aunque comer, descansar bajo el sol y meterse a la piscina cuentan como actividades), comprenderán que quedé muy cansada.

I. Vestido de Graduación.

Cuando tienes dieciocho, eres la hija mayor de la familia, la primera sobrina/prima/nieta/ahijada de salir del colegio y con un buen promedio, tienes otro peso puesto sobre tus hombros: la búsqueda del vestido de graduación perfecto. Hay un talento que llevo a cabo mejor que nadie que conozca: dejar las cosas para último minuto. Por ende, me autoengañé por meses y meses de que aún quedaba tiempo, hasta que ya quedaba una semana para mi graduación y mi mamá me gritaba tres veces por día por el mismo tema. El vestido en sí es muy lindo, me costó $52.000 en una tienda de un paseo conocido por Viña del Mar, llamado Paseo del Mar; no tengo problema en dar el nombre de la tienda, pero el vestido se encuentra agotado. Aunque sea simple, era el estilo que andaba buscando, tiene mis colores favoritos y se encontraba un precio accesible. El viernes será mi fiesta de graduación, así que cuando el alcohol se vaya de mi cuerpo, haré un post contándoles más del vestido.

II. La Oreja de Van Gogh en concierto.

Cuando tenía dos años no caminaba, no sabía sumar ni restar, y tampoco podía ir al baño sola, pero podía cantar 'El 28' de La Oreja de Van Gogh como si fuera el Caballito Blanco. Tanto tocaron las canciones del CD y tanto me las aprendí, que se convirtieron en mi banda favorita, lo que dura hasta hoy, dieciséis años después. He pasado por mis épocas de pop, de metal emo ("odio a la vida y a mi mamá porque no me deja salir"), de hip hop y hasta de regaetton, pero LOVG siempre ha estado ahí para mí. Volver a verlos en concierto, aunque con otra cantante, fue una experiencia hermosa. Varias veces quise llorar, pero pensé que no podía ser tan mamona y me las aguanté; no se puede mostrar la hilacha en el Aula Magna de la Santa María. Ya se fueron de Chile, pero si vuelven a venir, les recomiendo la experiencia. Aparte, los precios son hermosos, hasta alcanza para un churrasco después.

III. Relajo en Olmué.

Fui arrastrada a un viaje en Olmué. No es que no quisiera ir, es que prefería quedarme en mi casa, pero mi papá siempre ha sido inconvencible en este tema: los viajes son familiares, por ende vamos todos. Bueno, que sea lo que quiera ser. Debo decir que me esperaba una cabaña roñosa con más arañas que sábanas, pero fuimos a la casa de un amigo de la familia que era preciosa, y no exagero. Recién construida, con dos pisos de madera, una piscina y un patio gigante (tenían hasta un burro, se llamaba Benito; no estoy molestando). Lo único malo: no había señal. Por ende, tuve que pasar un día y medio sin ninguna conexión a Internet, lo que se presentó como un reto para mí. Debo admitir que, aunque tuve mis ataques de pánico porque no sabía nada del resto de la civilización, disfruté ese rato compartiendo con la naturaleza, los seres queridos y los libros. Creo que todos deberíamos darnos ese lujo al menos una vez por año. Eso sí, avisen dónde van, que a mí se me olvidó y mis amigas estuvieron a un click de contactarse con la PDI.

IV. Abzurdah.

Relacionado con el viaje que relaté antes, me llevé dos libros para acompañarme, aunque solo pude leer uno. Abzurdah es el libro autobiográfico de Cielo Latini, una escritora argentina que relata su paso por la anorexia, bulimia, depresión, los problemas amorosos por una personalidad obsesiva y hasta el intento de suicidio. La primera vez que lo leí debo haber tenido entre 8 y 10 años, y no pude parar de leerlo. Debo admitir que es algo fuerte, que habla sobre estos temas tan importantes sin tapujos y da su versión de los hechos. Cielo Latini no clama estar completamente "curada", porque esas enfermedades son la clase de demonios que te siguen para toda la vida. Si alguien tiene tiempo de sobra y quiere leer un libro real sobre hechos que ocurren diariamente en este mundo, por favor, denle una oportunidad. Juro que no se arrepentirán, y que la historia les quedará dando vueltas en la cabeza por varios días.

¿Cómo estuvo su semana? ¡Espero que bien!

jueves, 4 de diciembre de 2014

D.I.Y: Uñas super duper fáciles


Iba a hacer más puntitos de colores, pero se me echaron a perder. Lloremos.

Si son como yo, a veces les gusta meterse al tag #nailart de Instagram y flipar (joder) viendo como la gente puede hacer diseños tan difíciles y originales. Después, una misma trata de hacerlos y termina sacándolo con el concho de quitaesmalte porque es mejor salir con la uña rota que con tanta maraña de colores y líneas sin sentido.

Por eso mismo se me ocurrió hacer un tutorial ultra super duper fácil, para todas aquellas que queremos pensar que tenemos un talento innato para con los esmaltes y que fácilmente podríamos trabajar en la peluquería de Sebastián Ferrer. En todo caso, no se rían: hasta un par de puntitos abandonados pueden mejorar el look un 500%, porque la gente piensa que nos dimos la paja de hacer meticulosamente cada puntito, no saben ná que se hacen solos.

Bueno, empecemos. Primero que nada es tomar un esmalte de base. Yo usé Sweet Hook de China Glaze, porque el color es lindo y porque cada vez que lo uso la gente me queda mirando las uñas, no sé por qué. Quizás es más feo que la cresta y estoy puro molestando. Me lo compré en el Costanera Center una vez que anduve turisteando; recuerden que soy provinciana. Estaba en oferta.


Luego de elegir nuestro esmalte, nos pintamos las uñas, dah. Si quieren ir a comprar el bonito esmalte, les recomiendo ponerse dos capas, porque a la primera le pasaba eso que le pasa a los esmaltes derrepente que se ven como transparentes, y me carga. He llegado a poner hasta tres capas de puro maniática. Dios me libre.


Ahora descansamos, porque pintarse las uñas requiere de una concentración y una paciencia casi ancestrales y nadie me va a decir lo contrario. Aquí me puse a teclear en el computador, porque es una técnica que he cachado que las uñas se secan más rápido. Es hora de sacar aquel aparato chino para hacer puntitos cuyo nombre no entiendo, pero vale $500 y hace maravillas.


Confirmen que funciona en algún papel sin utilidad, y hagan cinco puntitos siguiendo la línea de la uña desde la base. Traten de apretarlo una vez, porque sino sale mucha cosita y arruina todo. Después de eso, esperan que se seque, se echan una base de Top Coat o un brillo baratito de la feria artesanal y voila, hemos hecho un trabajo impresionante. 

¿Les gusta pintarse las uñas? ¿Tienen algún diseño que compartir? 

lunes, 1 de diciembre de 2014

Vida: P.S.U, Prueba Sin Utilidad

Nada mejor que empezar el blog con lápices.

Hoy dí la Prueba de Selección Universitaria. Debo decir que ese nombre es mucho más intimidante que un simple 'P.S.U'. Lo que tampoco sería tan terrible, si decidiéramos obviar el hecho de que la esperé por catorce años (sí, tuve pre-kinder y kinder en el colegio, soy de las elegidas). La primera parte de esos años la pasé ignorando la existencia del exámen, la segunda cagándome de miedo, y la tercera preguntándome por qué rayos y centellas tenemos una prueba tan, pero tan mala para decidir nuestro futuro en el ámbito de educación superior. Y así fue como llegó el día.

Me desperté cómo si hubiera carreteado el día anterior, pero la verdad es que me había costado dormir y, a las una, seguía con los ojos abiertos y la cabeza dándome vueltas en 360° como los buhos. Mi mamá me mandó cuanto link de consejos escritos por progenitoras de cuarenta hacia arriba encontró, así que eso me entretuvo un poco en las horas de la madrugada. Mala desición. Estuve como zombie los primeros treinta minutos, hasta que un chorro de agua fría directo a la pupila me hizo despertar. Me vestí, arreglé, junté mis cosas, confirmé que la amiga que se juntaría conmigo realmente se juntaría conmigo, y me senté en mi cama.

Si hay una cosa que deben saber de mí, es que soy una firme creyente de la Ley de Atracción, por lo que cerré mis ojitos y le pedí al Universo, Dios, Allah, Kurt Cobain y Chespirito que me iluminaran el camino hacia los ansiados 850 puntos. Luego de otros momentos de ocio, tomé mi lápiz, mi carnet, mi tarjeta de identificación, el chocolate 70% cacao y mi fe, y partí. El viaje hacia la sede no lo voy a tocar porque fue básicamente yo hiperventilando y mi papá calmándome. Cuando llegamos, me dio un beso, tomó mis cosas y se fue.

Y ahí me quedé. Hablé un rato con los amigos con los que tenía que compartir sede, tomé agua, contemplé el suicidio, me imaginé mis 850 y, antes de que supiera, me estaban haciendo entrar a una sala donde tenía un puesto especial con mi nombre marcado (cosa que encontré super tierna, no sé por qué, me sentí como la Presidenta). Era la hora de la verdad, del redoble de tambores. La voz del Rafa Araneda diciendo "¡LLEGÓ EL MOMENTO!" resonó en mi cabeza, y le dí a la prueba.

Puta que estaba fácil, cabros.

Pasé como cuatro años queriendo meterme a las Siervas de Jesús para tratar de evitar una prueba que, yo pensaba, era igualita a sentarse a un centimetro de un león. A pesar de que mi repudio hacia la forma que la sociedad tiene de medir nuestra aptitudes para nuestra futura carrera prevalece, puedo respirar tranquila y saber que, a pesar de que Matemática me dará mil patadas en mis pompas e Historia va a poner en peligro de extinción mis reservas de energía, yo puedo con esta. Ninguna prueba me la ganará ni me quitará el sueño ni me pondrá un valor determinado.

He dicho.